Son esas caricias que atrapan en
forma de palabras, las que me envuelven en una ilusión cercana.
Es buscar una señal que me
indique el camino, por nimia que sea, para nutrir todos los días el áurea que me rodea.
Hay veces que me siento parasito
absorbiendo una miel que no me pertenece, me siento tonta, algo ridícula, más
cuando analizo la entrega, me doy cuenta
que no hago daño a nadie con mi apariencia. En todo caso, cuando la realidad
aparezca y rompa en dos la esfera en la que me he metido, el único que
sentirá vacío será este corazón
empecinado en volar a mucha altura careciendo de alas, dinámica y propulsión.
Él y su libre albedrío…
Y por más que lo riño y lo intento traer de vuelta, cada
mañana cuando el sol irradia y los vértices clarean, despacito, con una sonrisa
de luz, me dice al oído:
Vístete de blanco conciencia y, déjame alimentarme de
un hermoso suspiro. Déjame contemplar como brota un sentimiento y en la paz que
recubre su halo, sentarme unos segundos a respirar sus encantos. Que aún siendo
sabedor que la magia es ajena, quiero ser acto y presencia de esta ternura que
forra un trozo de cielo y le pone un precioso lazo a un bosque perdido sin nombre, ni dominio.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
respirar encantos de un brote de sentimientos, es realmente mágico
ResponderEliminarsaludos
Pues si, tiene su encanto.
ResponderEliminarGracias Omar..besos.