Tengo la sensación de haber
retrocedido tres meses, sopla el viento, frío y rebelde…sonrío. Hoy no
necesitamos peines ni nuevos "looks", ya se encarga el “oeste” de hacernos las
últimas tendencias. Los modelos más atrevidos, los pelos más chic.
Es increíble verlo todo de nuevo
gris, mustio, pero mi tierra es así. Con ella no van los esquemas fijos: es
libre, es francamente, el espíritu de la
tierra de nadie.
Voy andando por sus calles, todo
suena diferente. Los neumáticos gruñen en las curvas, se quejan de la cera de
las velas, la música de “Stabat mater dolorosa” retiembla todavía en las
fachadas. Es sábado de Gloria, todo tiene que estar listo para el gran día de
mañana. Cofradías haciendo traslados, carrozas vacías. Ya no quedan flores…Yecla
labora.
Me adentro por su idiosincrasia ,
soy una de ellos. Saludo, paro y charlo con mis conocidos, sigo mi camino y
pienso, pienso…pienso. ¿Qué pienso?, que sería genial tenerte ahora y siempre, a mi lado.
Eres un enigma, un compendio de
rarezas. Capaz de romperme los vértices, de dejarme flotando en un mar de
dudas. Me sorprendes con ese enorme corazón, con esos sentimientos tan
profundos y, sin embargo el silencio que brota de tus poros, la indiferencia,
el pudor, chocan irremediablemente. Sé como eres, aunque no sé explicarlo.
Llevo los auriculares puestos,
suena Lou Reed y su genial “Perfect day”,
algo que pega estupendamente con el ambiente que se despliega ante mis pensamientos.
Me hago mil preguntas y acoplo
las respuestas con las señales que me vas dejando. No, no, no y un millón de
veces no…y de pronto un sí. Me asusto y,
no lo hago por ti, sino por mí. Por qué si son imaginaciones mías,
aunque solo sea por un efímero instante, creo que algo grave me está
ocurriendo.
Estoy helada, me parece que he
salido con un algo de gallardía a la calle. Me paro delante de un
escaparate. Es un vestido precioso.
Claro qué…yo soy bajita, una pelota vasca. No soy rubia, ni tengo los ojos
verdes, ni azules. No tengo el cuerpo perfecto, ni las medidas apropiadas, no
tengo el pelo liso, ni una melena espectacular. Así qué ese vestido me va a
sentar como a un Cristo dos
pistolas, con las mismas sigo camino.
Mejor me apaño con una chaquetita y una blusa, sí.
Y de pronto, otro puñetero
pensamiento y éste, más real si cabe… ¿cómo porra se va a fijar en alguien como
yo? Y aquí no vale el corazón, ni el alma. Las cosas de entrada llegan por la
vista, joe y, yo…yo. Es lógico que no quiera estar.
Doy la vuelta a la esquina. Entre
la música, mis pensamientos y el propio despiste que Dios me ha dado, casi me
pilla un coche. No he visto hacer tantos aspavientos en mi vida a un solo
hombre. Ha bajado la ventanilla y literalmente me ha gritado ¡leche que susto!,
¡joder mira por donde vas! A lo que sin más le contesto…tómese una tila, oiga
y, feliz sábado. Me mira mal, como queriéndome hacer un mal de ojo, pero no
dice ni media. Sube la ventanilla, gira y se pierde.
¡Que tío más raro!
Sé, que algún día me llevará por
delante un coche, es algo que tengo asumido, en fin.
Entro a una tienda, huele a
limpio, a cartón y ropa nueva. La chica, simpática y jovencita, con cara de
sueño se acerca hasta mí y me pregunta si me puede ayudar. Le digo que sí, con
una sonrisa.
Me oferta una chaqueta de punto
color ciruela y una blusita blanca, me queda bien, me veo bien. Tiene ese toque
primaveral. También me propone un vestido de temporada en tonos verdes y beige,
le digo que no amablemente y, queda conforme. Pago mis cosas y salgo de nuevo
al viento del oeste.
Dos meneos más de cabeza y
terminaré para que me de algo, verás que si.
Me miro el reloj, las doce y
media de la mañana. Es hora de regresar.
Y eso hago…volver a casa contigo
en mis pensamientos. Lista, preparada para un poco más de confusión, de dudas e
incertidumbres…de guerra interna.
Espartanos, desayunad bien.
¡Porque esta noche cenaremos en el infierno!...así, con un par.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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