Entre la sustantividad y el anhelo, en el influjo del duende del
deseo, he saboreado la sustancia mágica que desprende la
vehemencia del aliño perfecto.
Le puse tres gotas de locura, lo
sazoné con afecto, añadí como complemento mi corazón incierto. Recogí del pico
más alto del mundo de los elfos, un puñado de esperanza y dos tallos bien
frescos de sonrisas francas y, avancé por el sendero en busca de una onza de
cordura que era lo que faltaba.
Entre nubes y ríos, encontré el
color escarlata, un galón de oro líquido para darle el tono que precisaba y
debajo de una piedra hallé justo lo que ansiaba: una fuente de vida plena para
mezclar todo aquello que guardaba.
Puse el amor en mis manos e hice
el conjuro ancestral de los magos, invoqué a Eros y al dios de los sueños, y
después dormí por un momento con la certeza del acierto pleno.
Encontré confort entre tus brazos
y de tu boca brotaron como una cascada de hilos de estaño todos los vocablos…
el verbo más puro, el dios en sus cantos y así, sin más, me hice mujer a tu
lado.
De vez en cuando, todos nos permitimos soñar con esos mundos con los que crecimos...
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
describir como nacen los vocablos, los verbos, las canciones con excelente retórica, no es para cualquiera, me gustó
ResponderEliminarsaludos
Muchísimas gracias Omar, besos.
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