Frívolas son tus palabras en mis oídos…ya no escucho,
cerré las puertas de mi conciencia…
Porfía que te hace más enano en tu verborrea,
aplacando los demonios que alimentan tu mendacidad.
Impío por sangre impuesta, absoluto devorador de carnes
trémulas
emulas a donjuanes de tercera, más no tienes carisma ni
entrega.
Donde unas ligas rocen tus manos, tu boca hallará audiencia,
donde versar todos los verbos que la palabra amor conlleva…
Truecas indino por sinvergüenza para aplacar tu alma
fluctuante
y, no recoges las lágrimas que has repartido a manos llenas…
¡Cuántos corazones rotos! ¡Cuántas ilusiones revueltas!
Para ser parte de tu gozo y sombra negra de tu presencia.
Sentar cátedra es tu dominio, hurtar consideraciones, violar
sensaciones,
desvirtuando realidades, dejando las razones por embusteras;
quebrantando voluntades, haciendo que parezca necia…
Cuando la veracidad es conocerte desde los pies a la cabeza…
caballero de mascara dorada y legados de tormentas.
*Rocío Pérez Crespo*
Este escrito tiene mucho tiempo, pero, esta mañana y a petición de una amiga lo he vuelto a colocar en el blog.
alucinante, tenias razon
ResponderEliminarEncima que me has hecho buscarla, cómo para no tenerla....jajajaajajja....un besoooooooooooooooo.
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