No es rabia ni tristeza. Es pura
erosión. Me asemejo a la roca sumergida en las frías aguas, tallando en los huesos la perdida de grosor. Lisa por la corriente que sacude e irrita. La
mentira hecha axioma de un río que no provoca más que el reflejo de la
rutilante luna llena sobre su lecho.
No puedo defenderme de lo que
empezó siendo caricia, verde musgo y celeste techo que hacía brillar las aristas, nutriéndolas de vida y consumiendo las ganas de ser una piedra en
medio de una tierra blandía por las pisadas del hombre.
Hoy es azote en mitad de mi
núcleo. Sin poder evitar su roce, voy
agonizando poco a poco, sujeta a la raíz de un árbol carcomido que esconde
dentro de su tronco dos viejos nombres.
*Rocío Pérez Crespo*
impresionante todo lo que puede sentir esta "roca sumergida"...! Ojalá pronto la erosión llegue al punto donde no se puede otra cosa que brotar a la luz, a la vida, a la vera del río...
ResponderEliminarun cariño!
Muchas gracias, Mónica. Todo en la vida es una erosión, deben ser los años, aunque también es cierto que la experiencia obra milagros.
EliminarUn beso enorme.
Dolorosamente bello, Rocío.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Juana. Es un placer tenerte por estos lares.
EliminarUn besote y oye!!!,...pasalo genial en tus "vacas"
más que nostalgia, más que melancolía, yo diría un mar de angustia
ResponderEliminarsaludos, bella prosa
Omar....mi más fiel seguidor. ¿Que serian de mis letras sin tus palabras?...un millón de gracias por ser y estar.
ResponderEliminarUn beso.