martes, 20 de marzo de 2012

EN EL DIVÁN DE FROID...II


No puedo escribir nada. No sale nada. Tengo el interior alborotado, la sensación de circo con malabaristas, un escupidor de fuego y algún que otro payaso tocando la pandereta,  no me la quita nadie
¿Sabes? Dicen, cuentan… que la vida es una montaña rusa, igual estás arriba que abajo,   pues bien, yo parece ser que me quedé en el túnel del terror.
No es normal hacer las cosas quitando lo personal y dejándolo todo expuesto a un global sin intereses. Para empezar si queremos que algo funcione, tiene que ser personal… ¿Qué malo hay en que sea personal?
¿Y por qué te digo esto?...pues porque para escribir se necesita de una media paz, tranquilidad, sosiego, silencio,  llámalo como quieras y no en un hervidero de sensaciones jugando la conga con tus sesos. No sé escribir sin sentimientos y a la medida de gustos. No soy un patrón de tela que se pueda ajustar a una talla.
Cierto es qué, no todo lo que expongo son experiencias ni sentimientos vividos. Pero sí dejo un algo de mi esencia en ellos. Mi propia captación, mi empatia, mi afinidad con miles y miles de historias que me han contado, que he visionado, que he escuchado y, que he soñado. Porque aunque no sea una soñadora compulsiva, de vez en cuando, me permito hacerlo.
Me dicen que no escriba tan profundo, que muchas personas no saben leerme desde ese abismo, me tildan de frustrada, de depresiva…vamos que soy la prosista maldita del siglo XXI. Y no se dan cuanta que si eso fuese cierto, necesitaría cinco vidas longevas. Una entera para poder vivir tantos sinsabores, amarguras, dolores y engaños y, las otras cuatro para poder asumirlo sin morir en el intento.
De alguna manera me ha coartado. O me he coartado yo por escuchar sandeces y darles crédito. Que esa es otra…A ver a cuento de qué me tengo que guiar de las voces vetustas que se definen a ellos mismos como buenos poetas. Yo no soy poeta, nunca lo he sido, jamás de los jamases. No tengo alma de gota de esencia, no tengo sintaxis, ni métrica…no conozco los mundos oblicuos de los corazones en llamas que rompen las basuras existenciales, dotándolas de formas maravillosas, donde vivir tiene que ser la leche.
Unos que escriba al amor. Bien. Cuando lo hago las emociones se desbordan, dan por hecho que estoy loca por los huesos de alguien (eso es cierto, lo estoy. Pero jamás lo pregonaré a los cuatro vientos. Como bien sabes, para mis cosas soy muy pudorosa), otros que siga en mis mundos de sueños rotos (que por cierto es donde anda más de media humanidad y donde yo me siento más cómoda escribiendo), otros, que por favor sea un poco mas concisa (si quiere le pongo un diccionario al lado con los sinónimos escogidos)  y, algunos que no se me lea enfadada., que parece que estoy a puñetazos con el mundo.
No puedo escribir a la cólera como si fuera una muñeca chochona. ¿Me comprendes?
¿Cómo porras vas a darle vida a la ira si tus palabras en el papel son las rimas de Bécquer?
Me lío, me aturdo, me adhiero a la fórmula de las vaguedades e, inexorablemente me rompo.
Leo, releo, me hago mis cabalas y de nuevo me vuelvo a quebrar.
¿Y para qué? para que te estén dando lecciones todos los días de comportamiento y bienestar. Palabras sobre un  papel que luego nada tienen que ver con los hechos y las  demostraciones.
¿Qué somos? ¿Qué somos todos aquellos que escribimos?
Por cierto, estos cojines del diván vas a tener que ir mejorándolos. Ahora mismo tengo los riñones para hacer caldo con ellos.
Yo te lo diré: una pandilla de neuróticos que necesitan plasmar los que ven y lo que sienten para dejar constancia de nuestra existencia. De alguna manera no somos transparentes para el orbe, ¿o sí?
Claro qué…también están los que escriben para ellos. Esos que dicen abiertamente que no les importa que nadie los lea. Pero me pregunto yo. Si no quieres que te lean… ¿para qué lo presentas al mundo? ¿Qué ganas con ello, que pierdes?
¿Ves?...sin apaño.
En fin, que creo que me voy  a ir, a ver si suena la gaita y consigo escribir aunque sea tres líneas seguidas sin que me de una apoplejía y sobre todo, sin pensar en nadie, solo en lo que quiero transmitir y como quiero hacerlo.
Nos vemos la semana que viene.

*Rocío Pérez Crespo*


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