Yace detrás de ésta losa el color de la amapola y
el azul de un mar estremecido...duerme el poeta.
Sobre su pecho, sus blancas manos de azucenas y, engalanando
la mortaja cárdena, tres diamelas: una por la tinta derramada, otra por el sol
que vertió en miles de esperanzas y la más sagrada, el amor que reconfortó su
alma castigada.
Yace el poeta... entre limoneros y azahares
dormita en singular descanso las letras esparcidas por los aires y, una suplica, se escapa de los labios de los amantes...
“Tú que pariste tierra nueva,
ofrenda de mil caminos recorridos, dejas en mi halo sentido, todos los vocablos
que te sirvieron de estandarte”.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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