Campos bañados de sol, trigos dorados, amapolas en su esplendor, en encarnado resplandeciente que hace que todo brille con otro sabor.
Azul de cielos tranquilos, que en su remanso van calando los sueños olvidados de muchos enamorados, que cogidos de la mano se juraron amor eterno frente al tronco callado.
Un paseo por los verdes prados, y en mi cintura un ramillete insertado.
Olor a primavera de mi tierra y sus campos.
Atardeceres anaranjados, fijados en el horizonte con puntos de estaño y, el perfil del monte en mi retina clavado. Añoranzas de una juventud donde subirlo era todo un encanto, ahora me quedo aquí, mirando… y viendo que año tras año nada ha cambiado. Solo yo, que me voy filtrando como el agua en la dura roca donde reposa mi santo calvario.
Ostara como siempre fiel a su cita…recomponiendo los colores y dando vida, brotes tempranos como esmeraldas vespertinas, bañadas de rocío y de mariposas danzarinas. El canto de un ruiseñor en las mañanas dormidas, en las sensaciones, en los movimientos… en el rotar del tiempo, en los reencuentros con tantas primaveras vividas como velas de pastel apagadas y cumplidas.
Serenas… calmadas… VIVAS.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
prosa de la buena,
ResponderEliminarsaludos
Mil gracias Omar, siempre tan amable. Besos.
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