Futuro que me aguarda un final atroz.
Paseo con calma en una noche oscura, la lluvia no cesa, escucho detrás de mí unos pasos acelerados y un escalofrío recorre mi cuerpo, lo que me hace volver la cara por seguridad.
Detrás de mi no hay nadie y las calles se alargan sin final. El miedo fluye sin parar, acelero el paso, pero no corro, tengo miedo a resbalar.
El sonido relajante de la extraña tempestad agudiza mis oídos, ya no me importa caer, por lo que corro sin cesar.
En mí huida tropiezo con un adoquín.
Tendida en el suelo estoy, abriendo los ojos lentamente observo delante de mí la figura de un chaval que se acerca, que viene directo a mí.
Con grandes colmillos me sonríe, con los ojos me devora, noto sus manos en mi garganta y su voz escalofriante, como una plegaria.
“No te dolerá”
Por más intentos que hagas por soltarte, mis fieras ganas de succionarte no podrán evitar que tu vacío sea rápido y no sientas más que el pavor de la soledad recorriendo tu alma.
Te regalaré tu juventud y renacerás esta noche antes que llegue el alba… por ser la más hermosa de todas las princesas aladas.
Serás mi compañera, mi aliada… y aunque la trasformación te turbe, volverás la mirada hacía la luna mas sublime en esta noche encantada. Beberás mi flujo, el más caliente y ferviente de este ángel de la oscuridad silente.
Vestirás de gala y por los años que dures te alimentaras de sangre caliente y bellezas de almas.
Y podrás contemplar a través de ellas el cielo mas claro de la madrugada.
Muerta no estoy pero tampoco viva, en las mañanas mi cuerpo yace en una cripta envuelto en satén blanco y oscuridad marchita.
Por las noches sacio mi sed como él me dijo, lo acompaño en el camino y veo el firmamento más azul y exquisito por los recuerdos arrancados a mis victimas.
De mi vida pasada añoro un rayo de luz en una mañana encapotada que el calor del sol deslumbre mis pupilas…
Ya no tengo sueños, solo un hambre que mata.
Pero muerta o con esta extraña vida, cuando el no me ve, por las noches me siento en la ventana de mi antiguo hogar y observo a mi madre llorar, ya no la puedo consolar. Lo que mas me duele pensar es que ya no la podré abrazar…
Paseo con calma en una noche oscura, la lluvia no cesa, escucho detrás de mí unos pasos acelerados y un escalofrío recorre mi cuerpo, lo que me hace volver la cara por seguridad.
Detrás de mi no hay nadie y las calles se alargan sin final. El miedo fluye sin parar, acelero el paso, pero no corro, tengo miedo a resbalar.
El sonido relajante de la extraña tempestad agudiza mis oídos, ya no me importa caer, por lo que corro sin cesar.
En mí huida tropiezo con un adoquín.
Tendida en el suelo estoy, abriendo los ojos lentamente observo delante de mí la figura de un chaval que se acerca, que viene directo a mí.
Con grandes colmillos me sonríe, con los ojos me devora, noto sus manos en mi garganta y su voz escalofriante, como una plegaria.
“No te dolerá”
Por más intentos que hagas por soltarte, mis fieras ganas de succionarte no podrán evitar que tu vacío sea rápido y no sientas más que el pavor de la soledad recorriendo tu alma.
Te regalaré tu juventud y renacerás esta noche antes que llegue el alba… por ser la más hermosa de todas las princesas aladas.
Serás mi compañera, mi aliada… y aunque la trasformación te turbe, volverás la mirada hacía la luna mas sublime en esta noche encantada. Beberás mi flujo, el más caliente y ferviente de este ángel de la oscuridad silente.
Vestirás de gala y por los años que dures te alimentaras de sangre caliente y bellezas de almas.
Y podrás contemplar a través de ellas el cielo mas claro de la madrugada.
Muerta no estoy pero tampoco viva, en las mañanas mi cuerpo yace en una cripta envuelto en satén blanco y oscuridad marchita.
Por las noches sacio mi sed como él me dijo, lo acompaño en el camino y veo el firmamento más azul y exquisito por los recuerdos arrancados a mis victimas.
De mi vida pasada añoro un rayo de luz en una mañana encapotada que el calor del sol deslumbre mis pupilas…
Ya no tengo sueños, solo un hambre que mata.
Pero muerta o con esta extraña vida, cuando el no me ve, por las noches me siento en la ventana de mi antiguo hogar y observo a mi madre llorar, ya no la puedo consolar. Lo que mas me duele pensar es que ya no la podré abrazar…
*Rocío Rubio Pérez y Rocío Pérez Crespo*
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