24 de diciembre de 2010…Nochebuena.
Querido reyes magos:
Cómo cada año os escribo una
carta con esos deseos perennes que nacieron hace tanto tiempo…ya sabéis que son
como pequeñas plegarias que dejo sobre papel y tintero.
Solo os pido recibir con la magia
de la noche de vuestro regreso… un beso, un abrazo…una caricia, un te quiero. Que
me haga sentir un lucero en el cielo, y brille con mis colores propios, jade y
malva entre nubes claras de plata y ónice intenso… levantar la mirada y
sentirlo tan dentro, que no me quede espacio ni para tomar aliento. El resto de
los tesoros que guardáis en las sacas de los pedidos navideños, me da igual a quien lo repartáis…no soy
avariciosa y de dinero no me alimento…más de amor me sustento por entero.
Deseando en el fondo de mi cuerpo
que este año me toque el acierto, me despido de cada uno como me enseñaron mis
ancestros…
A Melchor un tirón de barba, por
ser blanca e inmaculada y llevar en su cofre el oro que ofrenda como pureza
sagrada. A ti Gaspar, un soplido de voluntad por portar el aroma que envuelve y
hace soñar. Para el último del final, Baltasar, un trocito de majestuosidad,
tan igual, como la guerra espiritual que llevas en portada real.
En la espera del milagro me
despido otro año con el sello de la eterna voluntad.
Vuestra por siempre…Soledad.
5 de Enero de 2011…Noche de
reyes.
La carta parece ser que como
otros tantos años se perdió entre pedidos de sueños y falso resplandores
sazonados por las quimeras idiotas que sustento.
Y como no podía ser de otra
manera, me he arreglado con las mejores galas que tenía en el armario. He sido
testigo voluntaria, puesta en primer
peldaño, por si mi paquete me era entregado, igual que en años pasados cuando
era un juguete lo que pedía con entusiasmo. Han llamado a tanta gente que he
sentido de repente escuchar en un eco silente mi nombre alborozado, con el
mismo entusiasmo que lo hacía cuando portaba seis años, pero al acercarme sonriente, era otra muchacha la dueña del lazo. Así que, he retrocedido sobre mis pasos, intentando
disimular el desengaño, más creo que una lágrima se ha escapado manchando mi
camisa y este corazón mundano.
Aún con todo, he corrido a casa
por si lo habían dejado debajo de árbol, pero sólo he visto las luces
parpadear con desencanto.
Una noche más dormida en el
regazo de los sueños rotos y el sabor amargo…dejando para el final, como
postre, el sabor de la hiel en los extremos del mazapán de lo añorado...sin
retroceso, sin espejos y sin cielo, yazgo envuelta en la misma espesura que con mi nombre al nacer me impusieron…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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