viernes, 6 de enero de 2012

CARTAS...




24 de diciembre de 2010…Nochebuena.


Querido reyes magos:
Cómo cada año os escribo una carta con esos deseos perennes que nacieron hace tanto tiempo…ya sabéis que son como pequeñas plegarias que dejo sobre papel y tintero.
Solo os pido recibir con la magia de la noche de vuestro regreso… un beso, un abrazo…una caricia, un te quiero. Que me haga sentir un lucero en el cielo, y brille con mis colores propios, jade y malva entre nubes claras de plata y ónice intenso… levantar la mirada y sentirlo tan dentro, que no me quede espacio ni para tomar aliento. El resto de los tesoros que guardáis en las sacas de los pedidos navideños,  me da igual a quien lo repartáis…no soy avariciosa y de dinero no me alimento…más de amor me sustento por entero.
Deseando en el fondo de mi cuerpo que este año me toque el acierto, me despido de cada uno como me enseñaron mis ancestros…
A Melchor un tirón de barba, por ser blanca e inmaculada y llevar en su cofre el oro que ofrenda como pureza sagrada. A ti Gaspar, un soplido de voluntad por portar el aroma que envuelve y hace soñar. Para el último del final, Baltasar, un trocito de majestuosidad, tan igual, como la guerra espiritual que llevas en portada real.
En la espera del milagro me despido otro año con el sello de la eterna voluntad.
Vuestra por siempre…Soledad.



5 de Enero de 2011…Noche de reyes.


La carta parece ser que como otros tantos años se perdió entre pedidos de sueños y falso resplandores sazonados por las quimeras idiotas que sustento.
Y como no podía ser de otra manera, me he arreglado con las mejores galas que tenía en el armario. He sido testigo voluntaria,  puesta en primer peldaño, por si mi paquete me era entregado, igual que en años pasados cuando era un juguete lo que pedía con entusiasmo. Han llamado a tanta gente que he sentido de repente escuchar en un eco silente mi nombre alborozado, con el mismo entusiasmo que lo hacía cuando portaba seis años,  pero al acercarme sonriente,  era otra muchacha  la dueña del lazo. Así que,  he retrocedido sobre mis pasos, intentando disimular el desengaño, más creo que una lágrima se ha escapado manchando mi camisa y este  corazón mundano.
Aún con todo, he corrido a casa por si lo habían dejado debajo de árbol, pero sólo he visto las luces parpadear  con desencanto.
Una noche más dormida en el regazo de los sueños rotos y el sabor amargo…dejando para el final, como postre, el sabor de la hiel en los extremos del mazapán de lo añorado...sin retroceso, sin espejos y sin cielo, yazgo envuelta en la misma espesura que  con mi nombre al nacer me impusieron…



*Rocío Pérez Crespo*
                                           *Derechos Reservados*                                         

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