lunes, 23 de enero de 2012

AQUEL DÍA...



Fue un instante, tan solo un instante, y capté en tus ojos lo más profundo de tu alma. Vi la dulzura viva vestida de una timidez añeja, sin reflejo ni  apariencia, pero eterna.
Sentí una oleada de ternura que destrozó mi techo e inundo, serena y limpia, cada molécula adormecida por el pasar del tiempo.
La esencia: esa gota de puro destilado de la flor más bella que lleva impresa nuestra existencia.
Esa que no se ve, esa que pocas veces se huele…esa, me la llevé yo una tarde, cuando el frío se ocultó detrás de una magnifica  primavera, y desde entonces me perfumo con ella cada alborada, para sentir las mieles que llegaron hasta mi ánima, aquel  día de oscura luz temprana.



*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

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