¿Donde aprendiste a querer?
Cuando las palabras no son la única explicación, ni la única expresión, pero tus gestos tampoco llegan. Cuando todo se
deja a la casualidad y nada reconforta, pues los deseos y las premuras quedan
relegadas al supuesto eterno.
Te miro y me miras y noto el calor de tus ojos prendido como mil ascuas en un
baile sin freno de pasión y confianza. Pero yo no te creo, pues todo ha quedado
sin concluir en esos letargos de verbos callados y momentos dormidos en unos
brazos pasados.
Dime, amor mío… ¿Quién te enseño a amar sin explotar por dentro y sentir el
fuego que se traslada a la verdad visible de los sentimientos?
A los hechos, a las razones, a la luz de tu cuerpo. A no te tener miedo, a
vaciarte por dentro, a licuar tus
entrañas y ofrecer todo el arte de tus misterios…
Dime, cariño mío… ¿Quién fue tu maestro?
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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