Te sientas en los confines de los precipicios y miras con ojos depredadores a todo aquél que cruza por debajo.
Apuntas con tus dedos malolientes las cabezas y vas haciendo mellas en sus sesos, corrompiendo lo más sagrado.
No eres certeza profunda, ni infinita…más cuando hablas todos callan para escuchar tu voz desgarrada, que confunde, brama y mata hasta la más nimia esperanza.
Agotas. Agotas hasta la última gota de agua de los manantiales y secas los orinales de tantas noches de vejez profunda. Apagas velas de confianza, secas campos de trigos y amapolas que eran estandartes de amantes y odas…
Eres, no eres…caminas y te paras. Somos, no somos, quedamos huérfanos antes tus garras.
Regalas lágrimas, pero no eres alivio de nada…
Apuntas con tus dedos malolientes las cabezas y vas haciendo mellas en sus sesos, corrompiendo lo más sagrado.
No eres certeza profunda, ni infinita…más cuando hablas todos callan para escuchar tu voz desgarrada, que confunde, brama y mata hasta la más nimia esperanza.
Agotas. Agotas hasta la última gota de agua de los manantiales y secas los orinales de tantas noches de vejez profunda. Apagas velas de confianza, secas campos de trigos y amapolas que eran estandartes de amantes y odas…
Eres, no eres…caminas y te paras. Somos, no somos, quedamos huérfanos antes tus garras.
Regalas lágrimas, pero no eres alivio de nada…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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