Dicen que la vida es sencilla,
que somos nosotros quien la complicamos…pero yo te pregunto: ¿Qué es la vida?
Yo tengo mi concepto.
Posiblemente sea nuestras propias
vivencias. Naces, te desarrollas (de ese desarrollo depende el concepto y
teorías de la vida) y mueres. En lo
primero y en lo último no hay tu tías…para todos es lo mismo. Naces por el
mismo sitio y te vas solo, aunque estés rodeado de gentes…morirte te mueres
solo. Es algo personal e intransferible, por suerte, que quede claro.
Y aquí viene el desarrollo de
vida…el concepto. El seno donde has nacido o la suerte que te ha deparado ¿el
destino?...llamémosle así.
Porque no es lo mismo vivir en
una casita en las afueras, (entiéndase casita como mansión de 5000 metros cuadrados,
con piscina, pista de tenis y aparcamiento para diez coches, chofer con librea,
tres criadas y un jardinero) que hacerlo
en el piso (60 metros cuadrados,
hipotecado hasta diez años después de la jubilación, con vistas a otra vivienda
de idéntica construcción, donde el perro por pequeño que sea parece un doberman
y los hijos como sean más de dos, los acuestas “apilaos” como libros).
No es lo mismo entrar a una
tienda de firma (nombre casi imposible de vocalizar de los raros que son, con
letras preciosas en dorado, alfombra y dependientes robots que se llaman
Pierre, Louis o Michael) sin importar que marca la etiqueta de la prenda
elegida, que hacerlo en una de barrio (don mercadillo, todas las tallas,
también vestimos a las gordas, con un rotulo asalmonado donde faltan tres
letras azulonas y la dependienta se llama Maruja) dándole la vuelta a esa
etiqueta.
No es lo mismo tirar de visa oro
que hacer cabalas y alquimia con una castaña de sueldo. Sin embargo, las
necesidades más básicas están cubiertas. Unos con soltura, otros a trancas y
barrancas, pero cubiertas.
Aquí hablo de dos conceptos
claros que es donde nos movemos la mayoría del planeta…pero quedan algunos más.
Una casa de dos metros sin
cuadrar hecha de cartones que te tapa lo justo para pegar un ojo por las
noches, “acojonao” por si se te lleva el camión de la basura pensado que eres
un desperdicio. Aquí ya no hay tiendas ni etiquetas…aquí no hay hipotecas, ni
mansiones. Aquí sólo estás tú, el cartón y con suerte un chucho pulgoso que te
hace compañía, pero al que tienes también que alimentar… ¿alimentar? Bueno,
siempre queda la perrera y la seguridad social….algo es algo. Los albergues
y la buena voluntad de quien pase por tu
lado, si te ven…pero queda esa esperanza.
¿Nos vamos ahora al tercer mundo?
Aquí no hay ni esperanza…
Parir para ver morir a tus hijos agarrados a
una teta seca como la estopa. Donde las enfermedades más nimias en nuestro
status, son grande plagas de muerte. Donde un trozo de pan es un milagro, donde
llegar a los diez años casi una utopía. Donde se duerme entre fantasmas de
agonía, miedo y conformidad. No hay necesidades básicas cubiertas… ni se
acercan a tenerlas. Aquí no hay nada, sólo un vacío enorme, abismal…inhumano.
Que nos revuelve la tripas cuando no lo enseñan de lejos, de lejos…de cerca
poco lo soportaríamos. Y seguimos sin hacer nada ¿podemos hacer algo?
Esto es una escalera. El que está
arriba no ve al de abajo y el que está abajo, cuando se revuelve, mira al que
está más abajo…pero no para ayudar, no…para tranquilizarse en su angustia…y el
que está abajo del todo ¿dónde mira? Al cielo, al único punto que le han dejado
otear…
¿Somos nosotros quien complicamos
la vida? ¿O es sencillamente la visión que tenemos de nuestra propia vida, de
nuestro propio destino?
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
impresiona lo realista y cruel
ResponderEliminarbuen 'ensayo'
saludos