Fue como un ramo de rosas blancas
irradiando luz y calma su amor. Sin
urna donde guarecer su frescor, el viento iba desgranando la flor.
En cada pétalo que caía, una musa
se perdía, una ilusión se escondía…Y el tiempo, aquél que olía a besos, se
estancó en un recuerdo colmado de sensación.
No quedó rastro de corolas, pero
sí de una semilla guardada en el corazón, que acunó en la memoria cada rosa que
él le regaló.
Un alineamiento perfecto dibujado
en el cielo de una noche caliente y estrellada, abrió la ventana, dejando en el
alfeizar una pequeña hada que traía en su regazo el primer pétalo abandonado de
aquella pasión.
Bañadas con luz de luna, fueron
regresando todas las musas…volvió la inspiración.
Él le guiñó un ojo desde las
corrientes de corales y, ella le devolvió la vida desde los colores de Levante.
Desde los geranios encarnados hasta los verdes limoneros la ilusión recorrió el
camino que el tiempo había detenido.
Hoy, dos almas por destino,
limpian con sus manos aquél jarrón vacío, recuperando el segundo exacto que
fueron bendecidos por el viento tibio del “Para siempre los dos”.
Con todo mi cariño para una mujer alucinante…Encarna Recio Blanco.
*Rocío Pérez Crespo*
Sigue esparciendo el amor, Te lo devolverán algún día con creces.
ResponderEliminarSigue escribiendo con esa sutileza que dan los buenos sentimientos.
Sigue siempre por tu camino limpio y recto.
Y tal vez…algún día…y sin buscarlo…encuentres al amor de tu vida.
Entonces me comprenderás amiga mía.
Un beso