Sabe el alma lo que el corazón calla,
en ese minúsculo segundo
que atraviesa el tiempo y,
se instala en la nada.
Silenciando relojes, va dejando
una mirada de asombro, entre
el asfalto mojado y las luces roñosas
de una noche que se escapa por la alcantarilla.
De fondo, envuelta en recuerdos,
una música extraña sin partitura,
acompaña el axioma oculta en telas,
recorriendo cada nervio, cada impulso…cada vena.
Me veo en un trozo de vidrio
de una botella de cerveza rota sobre la acera,
tan prosaico, tan pequeño, que nadie se para
a contemplar el ámbar desintegrado y sucio.
Como el vómito del borracho
que deja limpio de alcohol su cuerpo,
manchando de ácido maloliente el rincón
callado de cualquier esquina, con esa tesitura
salen de mi vida las negros fantasmas.
Y doy, y no recibo…Y el alma sabe
lo que el corazón calla y, me muero
de dolor y revientan las entrañas, cada
vez que ese segundo se presenta ante mí,
proyectándome en una gota de agua…
Rocío Pérez Crespo
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