Nos estamos perdiendo en un
abismo de estupideces. De palabras huecas, de hechos irreverentes.
No hay punto que nos separe, que
no sea nosotros mismos…de tanto imponer razones olvidando por qué existimos.
Y llegamos al mismo centro,
quinientas veces más cinco; parecemos dos extraños intentando reconocer al
enemigo.
Es sencillamente que por más amor
que acumulamos no queremos admitirnos; no te gustan mis formas y yo no aguanto
tus dominios.
Ante tu frialdad aparece en
estado de sitio esa brusquedad que llevo pegada a mi ombligo, esa que no mira
donde tira el dardo porque es inconsciente del daño causado…y te revistes
reaccionando con distancias, haciendo que se torne agria esta mujer que te
atesora como divino…después viene el silencio ¡Tantas cosas por decir! ¡Tantos
sentimientos!
Y empezamos a formar una oquedad
profunda, que me siega, te arrastra, me entumece y te mata. Creando voces
agónicas de desesperanzas… ¡Cuántas veces nos hemos ido estando cara a cara!
¡Dios!... Que larga se hace la noche
cuando la soledad te abraza, con esas manos largas, creando hormigas en la garganta….escupiendo
donde amas, tapando con babas la espesura de unas entrañas…asesinando a las
rosas, respirando un aire que huele a mierda…anárquico pensamiento que aplastas
los esquemas acallando a este corazón que solo ama.
Necesito ternura, caricias y
besos…y aunque no los merezco no puedo evitar quererlos y, quererlos de tu
boca; de tus manos, de tu cuerpo...y sentir que romperías el firmamentos solo
para escribir mi nombre en ese cielo…así, a lo bestia, porque fieras somos
cuando nos imponemos.
¿Por qué no hacerlo cuando en
nuestra piel habita el sentimiento?
Será, cariño mío, que nos estamos
perdiendo.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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