Blanco azúcar, el manto del campo
Dulces son tus pisadas por largo y ancho
Dejando las huellas, marcando en huecos
A este corazón que te hace extraños
Perdida en las tinieblas del desencanto
Mojada en la tormenta, virginal lágrima de tu llanto
Desazones y relámpagos, pequeña ante los truenos
Sometida a la luz del cegador fogonazo
No llores mi niña, de impoluto corazón
Has dado lo más preciado… tu amor
De las entrañas sacado, tu cuerpo y razón
Base de los sentimientos, de un ser honrado
No hagas de mis brazos tú tormento
De mis palabras, las dagas y tú lamento
De mis formas el silencio, la captura del mal
Que bulle desde mis adentros y breve escapa
Me arrodillo avergonzado de cobardía
Miedos tapados, excusas al viento
De inseguridades que marchitan,
Desconfianzas en absuelto
Hija de un Díos crecido,
En la tierra no tienes igual
Palpitaciones que graban tu nombre
En el músculo que me da vida
Amor latente, que tengo intacto
Corazón prisionero, de mi temor carcelero
Hay azúcar de caña en nuestras venas
Las dos endulzan, las dos mezclan
Las dos disuelven y es preciado alimento
Para este corazón incierto que late presto
Por tu amor eterno…
Ingrata mañana de verde escarcha
Que ante el perdón que brotó de mis palabras
… contemplé atormentado tu espalda.
José Manuel Salinas
Rocío Pérez Crespo.
(Imagen bajada de la red)
Muy bueno, Rocío, recibe mis felicitaciones y un fraternal saludo
ResponderEliminarMuchisinmas graciasm enletasanrte... me gusta que te guste...besos.
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