Fue un desliz, la simpleza de un instante
Tarde de soleado mayo y sus trinos
Margen de tranquilo río, largo paseo entre verdes juncos
Silbidos y canturreos, piedrecitas en circulares ondas,
Abrazando el agua con simpático baile
Recuerdos de juventud
Tú y solo tú que me das abrigo.
Acecinado como el cartón de relleno
Estatua de yeso, sin vista en los ojos
Ni olfato, ni ruido, la boca simulada
Niño perdido, de erizado semblante
Enfundado en un traje adulto sin que roce la piel
Fue un desliz y ya no estabas
En unos segundos ¡cuanto extrañar!…
Rígido de piernas y manos, corazón por estallar
Mi fiel… única compañera, descanso de mis penas
Cómplice en mis noches, amante insaciable de sensaciones
Entendida de mí sentir
Me asusté de tu ausencia, me distraje…
¡Eso tuvo que ser!... cuando al girar la cabeza
No abrazabas mis sentidos
Abisal furia sibilina que llegó a calvarse en mi pecho
Espadas punzantes antes el temor de mi perdida
Y de pronto, aquí te encuentro, a mi lado
Mí querida soledad, mi amante férrea y eterna...
Rocío Pérez Crespo
José Manuel Salinas.
D.R.
(Imagen bajada de la red)
No sé que fue antes, la foto o el poema, en todo caso nacieron uno para el otro.
ResponderEliminarExquisito!
Un saludo afectuoso