Hay un mar que nos separa que no
es azul ni verde esmeralda, es una planicie seca que huele a estopa y a tierra
quebrada.
No empapará el rocío tu pétalo,
ni la soberbia lágrima del deseo retenido. Entre la llanura y el cerro perdido las
ofrendas están cerradas, los corazones callan su olvido. Rotas las miradas que
nos excluyen, no queda ni un pequeño guiño que aparente en los semblantes el
latido concebido. Todo fue un sueño, un equivoco.
Se hace más soberana la
distancia, más infinita, más clara y, hablan las palabras en bocas extrañas
intentando visualizar la densa lontananza.
Se borra el círculo…
Esta noche brilla la luna y
refleja en tus sienes plata la bravura, pero no serán mis manos las que mesen
tu pelo, ni mi boca la que omita palabra dejando en el espacio el entendimiento
acogido por la confianza. No estaré en tu memoria ni echarás de menos mi
presencia. Será sencillamente la sentencia que nos deja en el otro confín,
apuntando con soltura que tú estás allí y yo aquí y, en medio una densa nada
que da pánico pisar porque ni de amistad se trata...
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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