No te creas al poeta en su sueño,
en esos estados donde flota y se hace eterno como la misma vida. Son solo
deseos hambrientos de su trasparente
carencia, papel y tinta donde plasmar su alma inquieta.
Cree en la persona que se esconde
detrás del pergamino y la pluma. En el mundano que muerde el polvo, en el vagabundo que se le clavan los
guijarros del camino en sus desgastados zapatos y no consigue piedra o adoquín
donde descansar sus pasos. En el bohemio que moja su garganta a base de ron y
malta tragándose la rutina de las palabras preconcebidas. Donde no hay amos y a
pesar de eso se sienten esclavos…
Sometidos al verbo, versando por
empatias.
No adules al poeta en reverencias
majestuosas porque a los postres ha conseguido que tu corazón se haga
efervescente. Y lata, e intuya y que desee fervientemente lo que entre tus
manos se pierde y tu corazón desmiente.
Inclina la espalda ante aquel
que tiene una vida semejante a la tuya, que carece de palabras bonitas
que rompan su rutina. Donde los besos son dados en una inercia que fulmina y la
pasión perdió su fuerza hasta hacerse cenizas.
De ellos hallarás el sentido de
la vida…
Las miradas se quedan presas en anhelos perdidos
de roñosas ruinas y, la enorme piedra que tapa el agujero es sencillamente una
cortina.
Y yo te pregunto, querido mío…
¿Qué es poesía?
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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