Hay corazones como colillas,
aplastados y retorcidos en un pecho que apesta a ratos de infortunio y roturas.
Se disfrazan de carácter y sapiencia, más,
en el cristalino evanescente de un segundo, se puede leer despacio el peso que soportan.
Puedes palpar la soledad que
alimenta sus vidas, quizá la anulación de un tiempo furtivo que cubrieron de
esperanzas y que el mismo tiempo se vistió de mentiras dejando sus vidas
consumidas.
Caminan a mi lado con las
caretas de la seguridad sujetas en sus
rostros y no son concientes que soy capaz de ver, detrás de esa masa pintada,
las lágrimas que cada noche empapan sus almohadas. Como salpican las sábanas
apretado los puños en una jaculatoria que nadie escucha.
Sordo se queda el cielo y mudo el
firmamento detrás de sus ventanas. Alumbrando la luna clara los cuartos en
penumbra, se cierran los ojos en un recordatorio que envuelve a los sueños de
espesuras.
Será al despertar en la diáfana
luz de la alborada, cuando escurran sus ganas y sientan que otro día ha pasado
sin que ocurra nada…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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