Foto original de: Juan Jesús Cantó Palao.
Un momento que cubre,
que no dura.
Unas saetas que se
paran en un reloj que camina.
En la inmensidad de la nada resuena
el alma al chocar con el horizonte. Muere el sol con sus ígneas lanzas sobre
los picos de las montañas que guardan el valle.
En la sombra que proyecta, se
abigarra guerrera la ensoñación de la noche, dejando al día desprovisto de la magia de los duendes del
norte. Calma y sentido. Levedad de una luna
que solo se intuye entre las perladas nubes de otro crepúsculo.
Se tiñe la tierra de naranjas, se
rompe.
No duele la luz en las retinas
cuando nutre el sentido, cuando lo llena de ternura, de canto de amores, de
sones compartidos.
Y te desprendes como el eco en
sus laderas, creciendo desde un susurro, subiendo hacia un montículo de
luminiscencia, donde cada rayo, cada segundo de luz da el toque necesario para
saberte vivo.
Rocío Pérez Crespo
una prosa sentimental, que parece escapar de la melancolía
ResponderEliminarsaludos
Hola, Omar..es más bien una prosa que hice una tarde mirando un crepúsculo en mi tierra, que por cierto tiene los cielos con más duende que conozco, francamente la paz que me aportó fue suficiente para saberme viva.
ResponderEliminarLuego, llegó la foto, de la mano de una persona que conozco cerca de 30 años, por una de esas cosas del destino.
Gracias por tus palabras, siempre tan mágicas. Un beso.