domingo, 7 de julio de 2013

EN MI OTOÑO…




Se durmió la primavera entre mis brazos con el último suspiro de esperanza. Calló la brisa, cesó la nana. Las aguas vigorosas se tornaron mansas. Y yo, que nunca llegué a las siete cimas, quise despertarla. La agité suavemente para desvelarla.
Abrió dulcemente los ojos, me miró a la cara. Despacio, con una sonrisa en sus labios me dijo que la dejara.
La mecí dulcemente mientras lloraba, añorando el color de los cerezos y el olor de la lavanda. 
Al dejarla reposar sobre la  tierra blanda, escuché a mi espalda el sonido sofocante de una espada. Venia cortando vientos, altanera y gallarda. La mano que la portaba, engalanaba su cuerpo con tonos naranjas.
Lo miré de frente, reconocí en sus ojos mis lágrimas, en su boca mi sonrisa, en su cuerpo mi calma.
La tierra blanda protegió a la primavera encerrando sus laderas en el pretérito de un sueño sin pausas y, a mí, que tanto la amaba, me cubrió de ocres y me regaló otra confianza.
No volverán las mariposas a batir luminosas sus alas, no. Pero ya distingo entre las chispas metálicas,  la diáfana luz de otra  alborada.



*Rocío Pérez Crespo*



2 comentarios:

  1. Claro que volverán Rocío, solo que tardarán un poco más. Las mariposas regresarán con la nueva primavera, pero para eso queda todavía.

    Preciosas palabras. Saludos.

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  2. Preciosidad de poema querida Rocío .. Maravilloso homenaje en dulces palabras ..
    Un infinito abrazo repleto de cariño

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