Soy humo reposando en tu tejado,
una mancha translucida por donde se escapan los rayos, no soy nada en tu
recuerdo, ni tan siquiera la fragancia de las rosas de mayo.
Morí en tus
adentros cuando las destempladas noches de agosto rozaban los caños, perdido entre
una música que cantaba falacias de enamorados, dulzona y melancólica, dejaste
olvidados los templados días de un invierno
bondadoso y azul que me sabía a milagros.
Gané la batalla al mirarte a los
ojos, desplazados en un rincón del viejo desván, donde se almacenaban tediosos
los besos sin lengua, algún roce casual y una radio sin dial. Hice como que no
me importaba y levanté las armas, osada
intrépida, sin reconocer que el corazón lloraba como un ruiseñor extraviado
entre las jaras y el vendaval.
Posiblemente al cerrar los ojos
sueñes que soñaste tenerme entre tus brazos y, confundido entre nieblas intentes encontrar mis manos. No le hagas
caso. Solo es una antigua canción de
quimeras que te quiere atrapar en tu pasado.
*Rocío Pérez Crespo*
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