He tardado en llegar un pasado y
un presente; el tiempo que dura una fruta en el árbol, un suspiro de añoranza,
un semáforo en verde.
He visitado mundos, asentándome
en ellos, empapándome de estaciones que han marcado mi cuerpo. Paseando por los
tejados con puntas de bailarina o
reptando por los suelos dejándome las
rodillas. Siendo reina de las mareas y esclava de las noches que tallan secretos, aprendí que la vida es sólo un
choque entre la memoria y lo que todavía no comprendo.
En el reciente otoño que ha
llegado a mi, liviano, altamente acogedor. Las uñas se han debilitado y el pelo
está cambiando su color. Ahora, ante el espejo, recuerdo el rostro de aquella
primavera que me abandonó. Los ojos no tenían recuerdos, Ostara irradiaba calor. Los labios ardían en deseos y en la boca del
estómago, los sueños se acumulaban dejando a la razón sumida en el desespero.
La risa, la sonrisa, la
carcajada…el lagrimeo.
En todo ese recorrido, tan
abrupto y complicado, tan efímero y
sublime, siento que he ganado un tanto y también que he perdido muchos
momentos.
Las templanzas de las esperas, un
amor que me ame, los cuentos de los cinco, aquella vieja canción que sabía a
olvido. Una caja de zapatos llena de fragmentos, de amigos, de historias, de
penas y silencios. Un globo pinchado, un vestido nuevo. Mi abuela…los primeros
versos, aquellos besos, mis versos, los
besos… tus versos.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
una prosa nostálgica, genial
ResponderEliminarsaludos
Gracias, Omar...besos.
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