lunes, 1 de octubre de 2012

LA VERDAD NO SIEMPRE ES LO APARENTE…





Empezó con unas voces ocultas que de alguna forma extraña  entonaron los afectos. Cada uno en una ribera, cada cual en su mundo paralelo.
Siguió en un canto lento que llamó al mismo viento,  transformando el cariño en amor duradero. De esos que nacen en las profundidades y cruzan razonamientos, desbaratando a su paso los lazos férreos e impuestos, trastornando voluntades, haciendo crecer el deseo.
Y en el deseo de sentir su cuerpo, su calor, de ser su color, su mejor momento, su absoluta canción,  lo rompió en mil trozos cada día e hizo con sus fragmentos la pócima que calmó sus  heridas. La que la confiaba  a un cielo que no existía, la misma que la clavaba directamente al suelo.
En un poco y en un mucho, igual se sentía  ridícula, que la diosa vestida de azules que navegaba  libre por su cintura.
Y así, día a día, noche a noche, estañaba con finos hilos las platas de sus cabellos a los singulares dorados de sus cimientos, en un cerrar de ojos o en un abrir de mundos, igual lloraba de alegría que la pena la sujetaba en un algoritmo que no entendía.
Qué más da si es un sueño. 
Lo realmente importante es que ella lo sentía  y con ese sentimiento aun rozando la locura, la estupidez, la falta de cordura, se decía con una sonrisa cada vez que oteaba despuntar el mediodía…amor, hazme digna de su estrella y que su mano roce la luna para que su lluvia empape mi presencia y por fin…me vea.


Un cuento para Ana (mi memoria).

*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*

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