Tres palomas a sus pies agitan
sus alas, una lata de cerveza caliente descansa en el suelo, un cigarro a medio
consumir amarillea un poco más sus dedos y esa especie de halo oscuro sobresale
a borbotones por encima de sus hombros.
Suenan las campanas de la
iglesia, es domingo. Levanta la cabeza, hundida desde hace siglos, y mira hacia arriba,
posiblemente intentando hallar su destino.
Una arcada se queda parada en
mitad de la traquea y, el asco aflora por todos los sentidos, tanto, que hasta
las hojas de los árboles sacuden su pecíolo con una brisa inexistente que trae el aroma del terrible vómito.
Sensaciones, rumores vencidos,
momentos que son momentos, trozos de recuerdos bailando con sones prohibidos.
No tienes derecho…ella no volverá contigo.
No hay camino, ni espacio, todo
queda reducido a un estado aletargado de laberintos. Esquinas y más esquinas doblándose
así mismas, sin dejar visión de horizontes o de simples llanuras.
Sus ojos no están vacíos, sino
lleno de interrogantes. Quizá asumiendo la soledad impuesta y dejando atrás
aquellos días de soledades deseadas. Donde al contemplar su casa tranquila, le invadía
un alivio cargado de esperanza. Hoy, será
hoy, el mañana es infinito.
Ahora, de banco a banco, de
mirada a mirada, un escalofrío recorre mi espalda con la sensación golpeando en
alguna parte y, preguntándome, que tuvo que ocurrir en su vida para consumir
hasta el delirio la poca dignidad pegada a su ombligo. Qué sino marca el límite
entre lo real y lo real más podrido, qué mácula obstruye el absoluto dominio.
Por qué el mundo se paró para él y nadie reparo que el fango de la desidia, lo
atrapó con sus garras brunas, un fatídico
cinco de julio.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
doloroso, como el infinito mañana
ResponderEliminarsaludos
Gracias, Omar...tiempo sin leernos, espero que todo esté bien...besos.
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