Estoy desnuda frente a una primavera
que irradia dulzura.
Ven -me dice- acércate más que te deshielo y, prometo
forjar tu cuerpo con las mil delicias del paraíso. Cubriré tu cintura de finos
hilos de oro, en tus muñecas ataré con gozo la cuerda que te sujete a mi
dominio, de tu boca saldrán los besos más consentidos; del gemido profundo: la
huella que te indique el camino.
Hallarás la libertad en la
libertad de tus principios y, el color de tu abanico sacudirá el aire rancio de
los otoños dormidos. Ya no habrá miedo, princesa, seré yo quien te someta al
sueño de los elegidos, vistiendo tu cuerpo con los nudos de la hiedra fresca,
ligando tus tobillos a la santa tierra.
Acércate –me susurra- no rompas
el hechizo. Deja que fluya la magia, deja que cale en tu ombligo, sin mostrar
pena ni rabia, siéntete diosa y esclava, que las caderas que engalano merezcan
ser tratadas con las mieles de la hembra
que te anida.
Préstame tu confianza, que yo a
cambio te haré conocer dónde reside el más recóndito sentido que le da sentido al sentido, naciendo en tus entrañas la rosa más bella y más blanca...
*Rocío Pérez Crespo*
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