“Creo que en el fondo somos dos
perfeccionistas o, acaso, la perfeccionista soy yo, no lo tengo claro del todo”
Iba caminando despacio, al compás
del perro, que se paraba en todas partes olfateando y haciendo del parque su
reino, se conocía todos los escondrijos donde poder meter la nariz y
deleitarse. Otros días esas paradas interminables la ponían histérica -en lugar de un perro parece que seas una
cabra- le decía enfadada –deja ya los matojos de una vez y avanza que así no
llegamos a ninguna parte- Pero esa tarde no le dijo nada, tenía su cabeza muy
lejos de allí.
Su relación era importante, para
ella era importante.
“¿Por qué nos hacemos esto?
Supongo que aunque digamos que somos tan diferentes como el día y la noche, me
parece que somos idénticos. ¿Si sé como
es, porque no me retengo? Y si sabe como soy ¿Por qué no se retiene
el?...parecemos dos entupidos intentando ganar una batalla, cuando lo único que
tendríamos que hacer es querernos, entre otras cosas porque cuando aflora la
ternura me hace sentir especial. Sin
embargo discutimos hasta agotarnos mentalmente, joder. Ya somos mayorcitos para
tanta soplapollez”
Le dio un tirón a la cadena para
sacar al perro de un arbusto y cambiar de lugar, aunque se resistía a dejar de
oler hizo caso y siguieron el paseo. Todavía hacia calor –este verano va a ser
eterno, que ganas tengo de que llegue el frío… ¿tu tienes ganas?- “Luca la miró
y siguió a la suyo, nada mejor que un buen césped para retozar y ese que tenia
enfrente lo estaba llamando a gritos. Lo dejó hacer…
“Soy visceral, lo reconozco. Soy
como una botella de gaseosa cuando se agita, se abre, sale todo y lo que queda
es agua dulce, pero también entiendo que todo lo que ha manchado en la
explosión hay que limpiarlo y eso va costando un mundo. Porque cada vez los
enfados son más largos y cada vez las ganas son menores y estoy cansada de
sentirme culpable, de ser una jodida loca que no deja títere con cabeza. Yo
tengo mis razones aunque él no las comprenda”
“Y luego viene su frialdad, la
odio, odio cuando ya no hay cielos ni te quiero, cuando los buenos días son
dichos de manera casi burda por decir un algo…y si analizas la situación en
ningún momento hemos tenido tema importante de bronca…son gilipolleces,
problemas nimios que se solventarían si fuéramos de otra manera en una
conversación casi animada o si yo fuese de otra manera y no tan perfeccionista….pero
no, yo ataco como si fuera un espartano y el devuelve como si le fuera en ello
la vida”.
- Vamos Luca, que allí tienes más
césped y necesitas correr y cansarte. ¡Venga, vamos!...vamos… ¡vamos!..Uf, que
cansino eres.
“No pensé enamorarme nunca más,
pero ocurrió. Y si enamorarse a los veinte es una revolución, hacerlo a mi edad
es casi una locura. Primero porque ya vienes de vuelta de miles de cosas y no
toleras ciertos comportamientos, porque sabes donde llevan. Si algo tengo
claro, pero además con una claridad meridiana es que lo amo…amo su piel, amo
sus manos, su voz, su corazón, su alma…es el hombre de mi vida aún con todos los
defectos, incluso esos gestos cuando está más enfadado que una mona, como
tuerce la cara a la derecha, altanero...Pero sé que yo no soy la mujer de sus
sueños, creerlos es una utopía, nadie puede desear a una visceral como
compañera que te monta un pollo por menos que canta un gallo, eso quizá es lo que me mantiene alerta
siempre, lo que me hace reaccionar mal ante pequeñas situaciones, el no tener
la seguridad de ser importante en su vida…la impotencia y el ser consciente de
ello”.
El sol se estaba poniendo, la
noche se auguraba caliente. A Luca se le veía feliz, corriendo de aquí para
allá, retozando en el césped o jugando con una perrita lanuda a la que llaman
Pepi. Fue hacia él para ponerle la cadena y hacer el regreso a casa, Luca se
resistía a dejar su juego, pero ya era la hora de la cena y él estaría en casa.
“Tengo unas ganas de verlo
increíbles, ¿a ver para qué?...como está el patio solo será más frialdad y mas
bronca…yo no te entiendo ¿o si?...él no me entiendes ¿o si?, porque yo creo
firmemente que nos entendemos a la perfección, pero somos dos cabezotas a los
que no le gusta dar su brazo a torcer,
el caso que tendré más de lo mismo. Me encontraré con una cara larga,
esos ojos oscuros evitando mirarme y cuatro palabras que se clavaran como dagas,
eso me pondrá peor y de nuevo estaremos en la espiral eterna. Pero no puedo
evitar las ganas de verlo, joe…ni puedo, ni quiero”
“Me he jurado tantas veces
intentar cambiar de actitud…cuando esté así pues pasar de él cuatro pueblos, si
quiere ya volverá...sino que se vaya al cuerno…que ironía, porque por mas que
lo piense, yo no soy así…ni puedo pasar de él, ni puedo pasar de mi. Cada uno
es como es y por mucho juramento e intentos de cambiarme a mi misma, siempre
brota la esencia de cada uno. No me perdonaría nunca, que esta relación se
fuera al traste por mi culpa….que se que la tengo y es mucha. Es mi
inseguridad, es mi miedo, mi impotencia… ¡Dios, son tantas cosas!”
“Lo que daría ahora mismo por un
beso suyo, por esas caricias que amortiguan mi miedo, por esos ojos cuando me
miran con un deseo infinito, su risa…bendita risa, la adoro.”
- Venga Luca, mañana más…vámonos
que es tarde.
Se despidió a los lejos
levantando la mano del dueño de Pepi y emprendió el regreso a casa con un paso
más decidido…aun con todo, sus pensamientos seguían mortificándola.
Nunca una sonrisa, nunca un
milagro hubiera sido más necesitado que en ese momento…la paz interior que todo
ser humano precisa para seguir respirando.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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