La cabeza serena, fría, relajada…el corazón en un puño. Las lágrimas contenidas, los ojos a medio camino, anquilosados de tanto pensar, entre un cuento y un destino. Como movimientos telúricos, dejé arrastrar los sentimientos, abriendo candencias enfermizas de una ilusión convertida en lamento.
Doy volteretas a merced del viento, de ese aquilón que me desplaza sin compasión por el espacio y el tiempo. Me siento pavesa entre tanta gente que mira el futuro con entendimiento…con luces de neón anunciando su progreso.
Altero el rumbo de mi existencia y choco contra las paredes de lo cotidiano, romper las cadenas que me sostienen y dejar que salga el pus amargo. Marioneta encastrada en cualquier baúl que estrenó en su juventud traje nuevo, hoy comido por la polilla, agusanado por el miedo.
Entre tanto voy equilibrando despacio si quedarme en este laberinto o fundir mi alma con algún solsticio que pueda brotar de mi sangre margaritas de intenso amarillo.
Total nadie me ha visto nunca, siempre he sido una sombra china proyectada contra un muro, si quitas las manos, el bruno se traga el marco y todo queda prendido en los guantes de un mago haciendo malabarismos.
Levanto mi copa y brindo por ti, querido amigo… que con tú varita compusiste el hechizo de hacerme mujer durante unos segundos, para después dejarme perdida en mi juicio…y seca por dentro de tanto necesitar respirar tu oxigeno.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
(Imagen bajada de la red)
Luis Royo
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