Que al comenzar el
duelo tembló el cobarde y,
del lado menos bueno,
cayó el gigante.
(Those)
El viento golpea este mar de
otoño. Abrojos que arrastran sus negros esqueletos, por la mendaz memoria de un
verano helado. Días maleables a una consciencia envenenada vestida de azul y
espuma blanca.
No soy imparcial, ni puedo llegar
a ser pragmática. Soy más bien el escollo dónde chocó la barca de Caronte,
disfrazada del color de los granados y la tierra de los muertos.
Ahora que las hojas cubren mi
vientre, y desde los tobillos arranca el estado más caótico, empuño la espada
de Cyrano y me dispongo a recuperar el olor del mar y el sol de agosto –son míos por derecho- y, si de eso depende tu muerte, muerto seas y muerto quedes.
*Rocío Pérez Crespo*
Me gusta!..Tienes una forma singular de usar las palabras, que me agrada. Y el tema es recurrente..no? Siempre..detrás.Cariños
ResponderEliminarmanuc
Hola, Manuc...cuánto tiempo. Muchas gracias por tus palabras y, sí, tan recurrente como la vida misma.
ResponderEliminarBesos.