Se desliza el deseo por los
sueños intentando dibujar tu imagen.
Por las costuras de las sábanas,
una pícara osadía rompe la compostura de la dulce ilusión de crearte, para
trocar de una; ternura por afán, hasta convertir la nada en dos manos que
acarician, en una boca que devora, en una palabra que suspira tu nombre. Que
envejece anárquica, que renace jacobina, desde los umbrales de las yemas hasta la
mácula humedad de mi sexo.
Y te siento sin estar y, estás y
no te siento en esta grata quimera, que me empuja hasta la profundidad de mi
discernimiento dejando vencida a la propia fantasía de sentir tu lengua lamiendo mi cuerpo…
Rocío Pérez Crespo.
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