Llueve incomprensión: empapa. Hace charcos, moja los
pies, los hiela.
Chorrean las luces de las farolas
sobre la sombra de un cuerpo que camina despacio. Se ahoga la magnolia en su
tierra y de los hechos incoherentes, surge como un gemido la voz egoísta,
pueril, que engaña a una verdad que no tiene verdad. Que no existe.
Los pasos rompen el silencio. Se
diluye la opacidad en una razón que crece, detrás, solo queda un reguero de
agua sucia, que antaño, fue sonrisa…
*Rocío Pérez Crespo*
Lágrimas que como gotas expresan la triste desazón del desencanto.
ResponderEliminarCariños....
P.D: hay veces que tus entradas no salen en mi escritorio.
Bien expresado, Oriana...o quizá ver la realidad. Muchas veces cuando se presenta ante nosotros, con esa voracidad implacable, la incomprensión aparece y con ella, un halo de dolor que trasformamos en llanto.
ResponderEliminarPero también es cierto, que cuando pasa...has vuelto a nacer.
Dicen que la mejor sonrisa de todas es la que viene después de un llanto producido por el dolor.
Un beso enorme, guapísima. Y sobre lo que me dices de que no te entran, no sé a que puede producirse.