lunes, 22 de agosto de 2011

OLOR A LAVANDA...

Como la rosa que llevas prendida en tu boca, dormirá su fragancia en leves notas ecuménicas…extracto altivo de una propiedad que queda restada del pretérito dúctil de tú virginidad…
Las livianas manos rozaran de nuevo esa piel perdida, alcanzará el cenit al dormir sostenida por un recuerdo sereno y  el beso  suave con sabor a guindas. Espliego y lavanda, canela y savia…de eso estás formada, tú mujer, que tanto amas. Que tanto dolores guardas, que tantas penas tragas y tantos sueños vives con la mirada prestada…
La tersura quedó velada por los pliegues en aquel cuerpo irreverente que hacia brotar los suspiros de las gentes, más… hoy, tú mujer, eres la simiente que se atreve al deseo en los brazos fervientes, de esa pasión dulce sin tímida entrega que hace que la flor nazca y desprenda, como volutas de humo, su excelsa primavera.
Tú mujer, rosa blanca en las esmeraldas praderas, arropada por ese azul infinito…donas sin perjuicios todo aquello que avalaste con mimos…con ternura, con dominio, dejas volar tu alma y le das cobijo al cariño.


*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

2 comentarios:

  1. Felíz día mi Roci, espro que te vaya bien, hace días que ni recuerdo tantos no se de tí, maraviloso tu relato como siempre tu sola sabes relatarnos, clara y especial descripcción como si de una mujer fuese, aunque quisiera decir que ya te lo conocia.

    saludos y muchos besos mi niña
    te quiero
    SAGRI

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