Ya ves...
Igual es solo una excusa para
hablar contigo o, quizá, es que este cielo gris que rompe la armonía me trae
el recuerdo de una mañana lejana donde tus ojos y mi risa se fundían sin
reparos en las costuras de mi falda. Llovía, igual que hoy.
Escuchar tu voz, aferrarme a las
palabras después de tanto tiempo, me lleva de nuevo a sentir la piel caliente
que me abrazaba, las manos juguetonas que desabrochaban la blusa y buscaban sin
recatos las rosas blancas que guardaba. Y tus labios… ¡Ay tus labios! recreándose
en mi cuello, tan chispeantes y vivos, obraron la formula para que los besos encendieran los abismos. Así, con los cuerpos
desnudos, empapados como los cristales que nos protegían, se fueron abriendo
los pétalos que cayeron en la alfombra abonados por esa tarde de lluvia donde las brisas envolvieron los anhelos. Y tú,
en la lontananza hermano… tan soñado, tan humano, giras el carrusel de los
colores y dejas al gris oculto y muy muerto.
Ya ves…
Después de media vida, de otras
lluvias, de otros cuerpos, igual es solo eso, una justificación oportuna para
recuperar a duras penas un hermoso recuerdo…
*Rocío Pérez Crespo*
Eres increíble…
ResponderEliminarEres increíble…
ResponderEliminarCuando evocamos algo que es muy querido, lo hacemos así, con ese detalle que pareciera volver todo a la realidad. Pero despertamos, seguimos, y nos damos cuenta que a duras penas protegemos en la memoria, lo que hemos amado tanto. Un cariñoso saludo Rocío, besos amiga.
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