No se arranca la verdad de estas
venas que laten su propia verdad, ni la razón sucumbe a esas largas charlas con
la coherencia, en el silencio absoluto de cualquier rincón.
Solo sé, que a veces los bocados
son tan fieros que no solo destrozan la piel y unos cuantos músculos. Se llevan
por delante, los nervios y parte de la osamenta dejando a mi cuerpo
exhausto.
No vale de nada la oración y el
ofrecimiento, ni tan siquiera la justificación siempre loable que repare el
oprobio de escupir veneno. No vale el abrigo que cubre, ni la sombra que
cobija. Solo estamos tú y yo, conciencia y consciencia, en un espacio que
jalona todo el camino recorrido.
Hallar la perfección en el ser
humano es tan absurdo, como intentar encontrar la igualdad entre dos gotas de
agua. Es pura apariencia.
Maldito sea entre todos los
pecados, el que menos se redime…
*Rocío Pérez Crespo*
No hay comentarios:
Publicar un comentario