La luna se esconde en sus sandalias,
sin temor aparente.
Las sombras de la media noche,
corren infinitas por la acera, largas, tremendamente largas,
y la música de Coltrane se rompe en el cristal
de una botella de cerveza que rueda calle abajo.
Mientras, en la otra esquina del mundo,
observo la estela blanca que dejan sus pasos sobre
el lúgubre asfalto que quema los pies.
Tiene alrededor de media vida cosida en sus entrañas,
la dulce cadencia de un niño bajo la piel,
sin la tenacidad que arrastra,
ni la fuerza que separa,
unos ojos oscuros me hablan de cielos protegidos
sobre nubes de papel.
que el tiempo ha dejado impreso en el alma.
- ¿pero qué es el alma? ¿Dónde va el alma?-
Y la risa se escapa como el humo del cigarrillo
que se consume entre sus dedos.
Carnal, brutalmente carnal…y sin embargo, tan hechicero.
que marca su senda trazada. Pero merece la pena, niña,
quedarte un rato quieta, mientras los rayos de la luna
se escapan de sus sandalias…
Vuelve a sonar la música en esa noche mágica,
la más corta de todo el año, la más larga de una vida.
Vuelve a rodar el vidrio sobre el asfalto, pero ya no se
rompe en
Coltrane...la suave melodía de Moonsafari es la encargada
de apagar la hoguera y encender la llama de ese planeta que
rige
impetuoso las mareas más serenas…
*Rocío Pérez Crespo*
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