domingo, 17 de marzo de 2013

CARTA VACÍA A UN SENTIMIENTO PERDIDO…




Quizá sería buena idea tenerte cerca, en lugar de saberte en una infinita distancia. Todo es más difícil cuando no hay cercanías. Se pierden los olores, las sensaciones, se pierde el reconocimiento. Es tan complicado que, incluso idealizarte, que es lo que se suele hacer con lo que se quiere y no se tiene, me cuesta un trabajo profundo, no llego a sentirte en los sueños que no llevan sueños porque mis ojos permanecen en un vigilia latente. Y por más que quiero atrapar el instante y guardarlo en algún lugar sagrado donde no pueda ser profanado, la araña de la decepción hace su trabajo, cerrando con su tela el único hueco que no me sabe a esa humedad cerrada que revuelve las tripas y, descompone las ilusiones.
A veces, en la soledad de mi espacio, intento encontrar la justificación, mi justificación para el destierro al que te sometí. Te mandé a un lugar árido, oscuro y huero como ésta carta que nace para ti, desde la fría antesala de lo cierto a la incapacidad chillona de la recuperación.
Sin romperme las vestiduras, porque no tengo derecho; ni despojarme de un criterio que atesoro, aprieto la coraza hasta asfixiarme, notando como mis pasos se ralentizas ante el peso añadido. Ya no  importa ser invisible o visible ante las retinas que buscan y no encuentran una pizca de gratitud.
Sabes bien que me gustaría volver a notar como se me eriza la piel con una mirada, o sencillamente escuchar de nuevo a mi razón diciéndome bajito que la plenitud se me nota en  cara. El calor de un beso, un pecho donde refugiar mis miedos, unas manos que acaricien mi espalda…pero sin ti, todo eso es imposible.
Perdóname si puedes o, más bien me tengo que perdonar yo por haber vaciado las ilusiones sin dejar ni una sola para la esperanza, y luego  culparte de mi altruismo y tirarte a patadas a ese lugar desde el que soy incapaz de rescatarte...



Rocío Pérez Crespo

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