Si me atrapa la noche en mitad de la nada
abrigarme luna y marcarme el sendero.
Aunque llegue tarde, volveré a casa,
al calor de la chimenea en el invierno,
al tibio refugio del estío bajo el cerezo.
Obliga a mis pasos a seguir la senda trazada,
de plata y cobre desde el infinito
a la sequedad de estos campos que atravieso.
No dejes que mi carne se seque y
deje mis huesos al amparo de la oscuridad.
No consientas que los ojos, miren asustados
la añoranza de un recuerdo infantil
sabiendo que no volveré a sentir
el abrazo, la caricia de aquellos
que me siguen esperando.
Déjame comer las uvas maduras
de una victoria ficticia, el licor
de un recuerdo que late dentro,
las ascuas del último beso antes de la partida,
la llegada de una primavera llena de hielo.
Porque soy y he sido, el olvido y la memoria
el dolor y la alegría
la perdida y el reencuentro
de una patria que nunca fue mía...
*Rocío Pérez Crespo*
el blanco y negro, el ying y el yang de la vida
ResponderEliminarmuy bonito
saludos
Gracias Omar. Tus palabras siempre son bienvenidas, muy amable poeta.
ResponderEliminarSaludos.