A veces, por circunstancias de la vida, tendemos a pensar que estamos solos. En la vorágine de la ciudad, donde las prisas tienen prioridad, y sobre todo (como yo) los que tenemos a la familia y a los amigos de toda una vida, lejos, sentir la soledad no es infrecuente. Echas de menos como huele la casa de tus padres, las charlas llenas de risas o de llantos con tus amigas. Esos cafés que saben a gloria a las once de la mañana de cualquier jueves y un largo etc... Sin embargo, en días como los de hoy, cuando la respuesta ha sido espectacular; es donde más consciente soy que nadie está solo, ni tú...ni aquél, ni yo.
Es solo que no nos damos cuenta de todo lo bueno que nos rodea diariamente, porque nos matamos a nosotros mismos buscando aquello que creemos que no tenemos. Las carencias que hacen de nuestros días, un vacío insufrible.
Muchas gracias, desde estos Silencios, a todos aquellos que me han acompañado en mi cumpleaños. Han estado juntos los que son. A los que puedo llamar con la boca bien grande...AMIGOS. También a los más de sesenta conocidos que han dejado su huella con todo su cariño. Los que no han estado, sabiendo que sigo ahí, porque solo miran por sus ombligos... que cada uno siga su camino. No es egoísmo, es darme cuenta que no tengo porque estar al son que bailan los demás.
A partir de hoy, bailaré mi propia danza..es hora es empezar. Hora de darme cuenta, quién vale la pena y quien vale mi indiferencia. Y sobre todo a no perder jamás la sonrisa, a seguir con el pacto que hice con la soledad hace años y sobre todo, a ser dichosa con lo que la vida me oferta...vida.
Un millón de gracias por ser y estar.
*Yo*
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