Decidí querer quedarme con todos
mis fracasos, amar hasta la saciedad todo lo perdido. Fui consciente de mis no carencias…
Todo vive en mi, todo ama en mí…yo,
mujer, la roca que es acariciada por el mar, nunca necesitó ni un ladrón de
amores, ni un rosario de penitencia.
Arranqué esas ajadas vestiduras
que alguien impuso como una tiara sobre mi cabeza. Busqué, en el umbral de la
desidia el grito iracundo de un nombre con la entonación suficiente para
saberme en él. Y aprendí, paso a paso, que todo pasa sin pasado, y todo llega
sin futuro. Como una brisa cálida, es el hoy y el ahora.
A veces, mi cuerpo busca unos
brazos donde cobijarme, una boca donde saborear el tibio sentimiento, pero dura
poco, solo es mi cuerpo. Lo que manda, lo que grita y lo que espera, es mucho
más intenso que un trozo de piel. Es esa demora que se me ofrece, tan ligera y
refrescante como el agua de cerezas, donde te vivo y donde te sé…solo eso.
*Rocío Pérez Crespo*
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