Ahora que se me agotan los
afectos y la ambigüedad desaparece entre causas y héroes,
fluye incesante, como un río
bravo, el duende y el sortilegio de una realidad anónima. Apátrida de tu
vientre, sin enclave, cesa el verde de mi tierra y el blanco de mi nación.
Con los bolsillos vacíos avanzo
por un mundo que no me pertenece. Ya no pisaré el suelo manchado, ni nadaré por
aguas turbias y, los colores dormidos, quedarán así…por siempre.
Más sé, que ya no en mi
horizonte, tiembla el discípulo del
viento que en su día trajo a mí una lluvia de amores…
*Rocío Pérez Crespo*
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