Presiento la prisa de dos
corazones que sanan su herida con un beso secreto, perdiéndose locos con el
viento, trazando horizontes olvidados en las líneas difusas de sus cuerpos.
Se me pega la ilusión en las
venas formando círculos vehementes, que chocan y revientan como globos de agua lloviendo frescura.
Me llueves, amor ¡cómo me llueves!…
Y puede que me catapulte contra
tu pecho, en un sanguíneo estallido de deseo, que me escape por la ranura del
espejo y caiga a tus pies llenos de flores.
O que al despuntar la mañana, entre las blancas corolas
de mi lecho, seas tú el que pierda el norte para despertar insaciable sobre mis
senos.
Sea como fuere quiero seguir sintiendo, amor, tu lluvia empapando mi pelo…
*Rocío Pérez Crespo*
Delicado y sutil como siempre, querida Rocío. Un placer leerte.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Juana, eres la amabilidad personificada.
ResponderEliminarUn beso.