Como un anacoreta, lego con la
tierra, bajo el manto negro que te sostiene; mis ojos se pierden en las profundidades
de los realces entre un pasado soñador y
un presente con sabor arcaico. Neblinas
que me recubren de aires gastados.
Sabiendo que el légamo cubre la
parte de tu orilla; te encaramas altanero y desafiante sin importar el peso del
tiempo, sin reproches. Serenamente estás.
De cómo te puedas ver con la
claridad del alba, a como te veo yo cada mañana…o en esta noche de negada luna,
al otro lado del reborde, dejas tu impronta en la laguna desdoblándote en el
horizonte.
Y no puedo emitir palabra, solo
recordar tu nombre. Mientras, oteo entre la espesura las delicadas figuras de lo que fue y lo que es, en un vetusto ímpetu de
viento que sigue oliendo a diamelas; me sumerjo en el silencio del crepúsculo más cerrado, ante el marco de viejo adobe, del tiempo estancado…te
saludo.
*Rocío Pérez Crespo*
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