Ni por esos momentos que de dulce
engaño me cubriste con tu infinito carisma de un Casanova cualquiera. Que
creyera en tus palabras o, en la infinita suavidad de tus caricias nunca me
convirtió en tu sierva.
Estas rodillas no están diseñadas
para clavarse en la tierra de ninguna propiedad privada.
Entre tú yo, solo queda la
distancia y aún así, no perderé mi soledad
No, no moriré por tu nombre, ni
por todos los besos con los que cubriste mi cuerpo. Ni por todo el sudor con el
que empapamos las sábanas, ni tan siquiera, por el puro amor con el que cada
noche te sueño.
*Rocío Pérez Crespo*
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