Tiempo defectuoso. La calle vierte
cortinas de bruma disimulando las alcantarillas infectadas de ratas. Sobre la cabeza las nubes insultan a los árboles
ocultando sus verdes, marcando de opacidad sus ramas.
Entre la niebla que asola los pies, mi cuerpo se estremece y, me
pregunto si alguna vez fui capaz de ver otra cosa que no fuera la vida de los
otros.
Sus caprichos, sus juegos, sus
interminables ganas…
Entonces, omito la palabra y soy consciente de los hechos que me abrazan. La perfidia que se
aglutina en mi espalda por una cortesía mal equilibrada, la seducción que marca
un verbo y un verso para acomodar otras
camas. La impertinente soledad que me arranca una lágrima, en una ciudad que no
conozco cargada hasta las trancas de ausencias. De aquél viejo sueño de ser el
fiel esposo de mi alma.
Quizá, el mirar asombrada una
fachada o tomar un café, abstraída en la desesperanza, me sume en una ilusión
que nada tiene que ver con la realidad….solo en ese tiempo defectuoso que ya no
mide ni día ni noche. Ni comparecencia ni abandono. Ni tan siquiera el gusto de
una caricia salida de tus palmas.
*Rocío Pérez Crespo*
Una vez más la soledad, que tanto nos acompaña y de la que tanto aprendemos. Hermosas palabras, Rocío, y también dolorosas, preñadas de nostalgia.
ResponderEliminar"Entre la niebla que asola los pies, mi cuerpo se estremece y, me pregunto si alguna vez fui capaz de ver otra cosa que no fuera la vida de los otros"...Me ha estremecido.
Un beso.
Muchas gracias, Juana...eres un sol, sabelo.
ResponderEliminarUn beso.