Cuando dejes el camino y te des
la vuelta, o quizá cuando recuerdes mis pies, será entonces el momento justo de
equilibrar la balanza.
Cuando tus pasos desanden lo
andado y te dejen en los tres segundos que perdí, en los minúsculos granos de
arena que te llevaron a un mundo perdido; puede que sea la oportunidad de mirar
el tiempo suspendido entre las ramas de un olmo solitario.
Posiblemente en la cadencia del
viento del norte, el que acuna el trigo en su alborada, percibas en tus yemas
la meliflua sensación de una vieja caricia que te supo a cielo y a agua en una
tarde de verano callada.
Si sientes como la roca de tu
pecho se torna algodón, y la nube de tormenta que permanece insolente sobre tu
cabeza, vaporosa y translucida; busca entre los años acumulados de tus poros,
el único instante que te mereció la pena…y será entonces cuando pronuncies mi
nombre con el ímpetu del primer llanto y el miedo latente de creer que no
volverás a respirar.
Cuando vuelvas a mí…
*Rocío Pérez Crespo*
Tus letras son siempre magníficas amiga!!!! Me tocó el alma esta prosa en especial. Un beso con cariño y admiración.
ResponderEliminarHola Patyca...¿cuanto tiempo sin verte? Gracias de todo corazón por ser y estar...un beso enorme.
ResponderEliminarSiempre la nostalgia, y la belleza en el dolor de un recuerdo. Siempre hay flores delicadas en tus palabras. Me gusta leerte. Un beso, amiga.
ResponderEliminarGracias Juana...algún día me haré mirar esa inclinación que tengo por escribir sobre la parte menos amable de la vida.
ResponderEliminarEspero que no sea nada...jajajajaja.
Un besote enorme.